NINA DONOSO

POESIA

5 de noviembre de 2006

Poemas Para un Difícil Olvido (1957)

RUEGO


Yo te pedí subir por las espinas
para llegar hasta la rosa pura
intacto aroma se volcó en mi pecho,
no tengo dudas.


Pódame ahora la defensa esquiva
y deja sola la corola abierta
viene la tarde de topacios ebria
alguien se acerca.


Para esa mano que tantea aromas,
para esos ojo que buscan el cielo,
1íbrame de la espina punzadora.
Abre el sendero.


Y traspasado en luz ponga en su pecho
el mismo amor que por su amor yo siento;
mídenos ya en balanzas de ternura
y danos tiempo.




LAGRIMAS


Camino de las lágrimas que sigo
buscando el hondo mar que las produce
por el paraje del dolor conduce
al pastor sin cayado y sin amigo.


En concilios de llantos y sollozos
su rebelde principio torturado,
buscó la luz del ojo enamorado
que las vertiera en lágrimas y gozos.


Surca pausadamente mis mejillas
y detenido cerca de mi boca
su azul río de sal ya se desboca.


Saltan al pecho, siguen de puntillas,
mas, al caer sobre mi mano inerte,
vuelvo otra vez a amarte y a perderte.




DESPUES DE AQUEL AMOR


Después de aquel amor de gracia y sueño
y un lento devenir de soledades,
subió mi corazón de pena en pena
en pos de olvido.


Y estando así por tanta rosa herida,
esta mano que va por las entregas
acarició tu pedestal de nieve,
de nieve y fuego.


Mas al mirar más lejos de tu vuelo
mi ala solitaria describía
giros inciertos.


En pos de aquel que huía liberado,
arcángel y plumaje, lirio y ala,
amor distante.




ESTA ELEGIA


Me trajeron muerta una tarde,
sus manos tibias, sus ojos mansos,
su frente grande.
Novia del viento, novia del agua,
leño amoroso, paz de mi casa,
claro diamante.
Hada que andabas al mediodía
entre los panes y los manteles
como un arcángel.
Hada que ibas por los caminos
llenando de oro mi falda blanca.
¡Mi casa alegre, lejana infancia!
Me trajeron muerta una tarde,
mis dos hermanas, todas mojadas
de lluvia y lágrimas.
Me cayó entonces sobre la frente
dura montaña de sal amarga.
Cerré la puerta y en la vereda
fina y solemne como una estatua
ella, la eterna me dijo: Canta.
Vereda abajo fuimos cantando,
el mar intacto, la luna casta.
¡Lo que cantamos aquella tarde
ebrias de pena, de espanto y lágrimas!





POEMAS DEL DOMINGO


I

El día me sonrió. Había música
de lluvia en el jardín.
Hoy es domingo -me dijo la almohada-
y desde los cercanos campanarios
-Hoy es domingo- dijo una campana.
Pensé en palomas y ordenadas plazas...
¡Dios mío! Hoy es domingo.
¡Cuándo no habrá domingos y campanas,
ni recuerdos de plazas y palomas,
ni visitas, ni radio ni reloj!


II

Junto al fuego estudié mi diccionario.
Luego hablamos de Mozart y de Bach.
Tomamos un té largo y aburrido
mientras mi duende verde contemplaba
la lluvia desatenta deshojando el jardín.


III

Me olvidé del domingo. Por la noche
junto al fuego soñé: Yo era una llama,
una estrella, una leona, un alhelí.
Un vientecillo de boldos y mentas
era mi amante.
Me alimentaba de silvestre miel.
¡Era un hermoso entonces sin murallas,
sin caballeros, sin bellas señoras,
sin domingos, sin charlas y sin té!
-También yo digo cosas demenciales-,
¿hay mariposas? Le pregunto al sol.
¡Hace tiempo que no hablo con palomas!
Las hormigas devoran elefantes
mientras yo bebo alguna mezcla infame
de hastío y de alcohol!


IV

El otoño se muere en mi ventana,
mi insobornable soledad se llena
de nieblas y corolas. Es obvio detenerse.
Hay que seguir apacentando ideas
amarrando vocablos,
decorando de lunas y violetas
el sideral hastío que me habita.
No. No es posible reconstituirnos,
pero, dime ¿cómo era esa ciudad
y aquella desdoblada primavera
tan aromada de carbón y sal?
No. El tiempo no vuelve es imposible.
Sin embargo me queda sólo esto:
el vagar por las calles del recuerdo
buscando prolongarme todavía...


V

Te acuerdas de esa dulce adolescencia?
La música del mar, la ventana entreabierta
y ese olor de praderas submarinas
dialogando en el viento.
Fue un domingo. ¿Te acuerdas?
Mi memoria comienza con tu recuerdo
y termina un octubre malherido,
un octubre de llantos y de odios,
un domingo.


VI

Ya es noche,
una sombría noche de domingo.
El reloj dispersó mi alegoría.
Hay que dormir me dice. Hay que dormir...
El sueño me saluda,
el viejo sueño por mi frente avanza,
y allí abajo el acacio, tu cabal juventud,
los madrigales salados de tu lengua,
tus pasos resonando en el asfalto...
¡Bendito sueño que el amor habita!





POEMA DE LA ESPOSA


Todo lo que yo digo es transparente.
qué quiere usted? El tiempo es implacable
me persiguen el reloj y los deberes.
Después de tantos años de discutir llorando
se acostumbra la mano y la rodilla,
se acomoda el lenguaje
y uno comienza a confundir la piedra con la rosa
y a escuchar lo que dicen los duendes
y los pájaros.
¡He visto tantas veces florecer las higueras.
He visto bajar hombres y dioses de los astros!
-¿No es posible entonces que algún día
la piedra me salude y el tiempo se detenga?
Entonces escribiré posiblemente de estas cosas
que yo vengo diciendo ala viento, a las praderas
y a las flores.
Ayer, mientras tendía los pañales
y el viento conversaba con los árboles
un caracol me dijo: ¿te acuerdas de la muerte?
Buena cosa es morir cuando se vive
con el tiempo a la espalda,
las manos escarchadas
y un agua melancólica en el pecho
y un contenido llanto...
Buena cosa es morir cuando se vive
con el lodo pegado a los zapatos,
con un ala arrastrada hacia la muerte
y una fábula verde entre las sienes.
-El viento se ensañaba en mis pañales
llevándolos en andas por el huerto.
Buena cosa es morir.
Y yo pensaba. ¿Morir ahora cuando el hijo duerme?
-¿Morir cuando el sol brilla?
¿Quién cambiará el pañal a mi pequeño?
¿quién le dará la leche si la muerte
me marchita los pechos y las manos?
¡Ah, no puedo morir!
aunque me irrite el viento
y el caracol me diga:
Oye usted? Un moscardón entró por la ventana.
La olla hierve, el niño parlotea con la lámpara.
El agua corre. El viento juega ahora con las nubes
y los pañales bailan...
¡Yo no me puedo ir, no ahora ni mañana!
¡Siempre hay un imposible en mis mañanas!
una música alegre que me llama de la cuna al jardín!
¿No la siente crecer entre mis manos,
en el aroma tibio de mi pecho
y en el umbral maduro de mi casa
por donde viene y va el amor cantando?




OH, MAR AMANTE


Rescatado secreto del lenguaje.
¡Oh, mar amante que mi sed enciendes,
antigua herida que el costado hiendes
bajo el impulso fiel de tu oleaje!


De nuevo el corazón en el paisaje
se estrella atormentado en tus amuras
y adivina las cándidas ternuras
que nos siguieron desde el primer viaje.


Años ya van desde el primer impulso,
años que ciego el corazón convulso
reclama el festival de nuestro encuentro.


Llévame al fin, oh, mar, aguas adentro
y el alma entera puesta de rodillas
desátala en canción en tus orillas!




AMOR HERIDO


Reniego de este amor… Tómalo…
Guárdalo.
Tú lo sembraste en mí en un ciclo lunar,
en un minuto de sinrazón, de éxtasis, locura,
de borrachera tal y de abismal demencia
que aquí me tienes, mírame, contémplame…
Con este amor crecido tan adentro
que me ha llenado el pecho
de sombra y soledad.
Estoy fuera de mí, me sale por los ojos
en un río de alucinado llanto
y avanza entre mis dientes
en un monstruoso fruto de palabras.
Odio este amor.
Lo odio desde que tú lo heriste.
Desde que lo vendiste por un poco vanidad
y por cuatro monedas de lujuria
Odio este amor, por necio, por romántico
por puro e inefable, por barroco.
Porque yo fui en la fiesta Don Quijote
y tú fuiste tan solo "del Toboso"
Toma tu amor. Recógelo. Te lo doy por gastado,
por vendido. Haz con él lo que quieras…
Ya no me importa nada!
Arrójalo a las fieras, llévalo a la plazuela
que se ría la plebe de este sentir caduco,
de este amor decadente
habitado de liras y sonetos.
Tíraselo a los perros, llévalo al lupanar
cámbialo por un beso…
por el beso de Judas Iscariote
por las cuentas de vidrio de una mujer cualquiera.
¡Pónlo en tu corazón, sucede a veces
que la piedra florece cuando le cae llanto
de la altura!
Póntelo en el sombrero…
Tal vez al contemplarlo alguna dama
te diga: Caballero.
Te devuelvo tu amor. Ya no lo quiero.
Y pensar que era blanco, casto, lírico
que era… toda la Primavera!
Era un amor romántico, de juglar y pirata,
un amor evangélico…
Tenía el llanto de María Magdalena
y la fe de Penélope.
Tómalo , te lo entrego,
Hazlo existencialista, abstracto, conceptual,
racionalista. Muéstralo a tus amigos
y cuéntales y ríete con ellos…
Es tan gracioso hablar de amor
en la centuria atómica
y demostrar que es posible ser creacionista.
Toma tu amor, desde que tú lo odias, yo lo odio
Desde que tú lo ensucias, lo abomino.
Se lo ofrecimos todo:
Las mil noches de amor y las mil fábulas
un puñado de auroras y crepúsculos
el cintillo de Orión,
la voz del árbol, la canción oceánica,
el armiño del Andes,
La caridad de Cristo. Los tercetos del Dante.
Le dimos por rivales a Shakespeare y a Rimbaud.
Lo armamos caballero bajo una luna blanca
y lo condecoramos con la Orden del Laurel.
Se lo ofrendamos todo, de todo renegó.
Me aplastó las cien alas que me nacían
desde mi frente a Dios!
No cupo entre tus manos
Y fuiste derramando su agua clara
en las pequeñas charcas del olvido
sin pena ni dolor.
¡Ya ves, tu pequeño amor, tan pequeño y sutil,
te lo devuelvo hermoso como un río
que va cantando al mar de su morir!




LLENA DE GRACIA


Llena de gracia porque Tú me miras,
me deshago en tus límpidos torrentes;
tómame así de frente en el espacio,
ala silvestre.


Desintegrada en sombra, exigua piedra
palpo en la llama tu raíz de lumbre
y no te busco más porque te encuentro
en todas las presencias.


Oigo el silencio. Siento Tu llamado
y es como contemplar Tu inmensa frente.
Una estrella se evade de la altura.
Tú me proteges.


Coge mi oído musicales verbos
y te descubro en salmo y en plegaria
y no digo Tu nombre porque eres
sólo silencio.


Mayor amor en un minuto ciego
no tuvo corazón atribulado,
mas, Tú me miras, yo te reconozco
y me arrodillo y tiemblo.




CREPUSCULAR


Allá en las blancas dunas caracoles marinos
aún conservan la huella de tus dedos de seda.
Muchacho rubio y ágil, fruto precoz de estío
tus besos agridulce me queman todavía.
Te recuerdo en la tarde, audaz inexperiencia,
tus cálidas ternuras, tu sabor de inocencia,
tus ojos submarinos poblados de mandréporas
tu frente taciturna habitada de ofrendas.
Yo era como la vida, más llanto que sonrisa,
yo era la parda tierra fatigada y herida.
Diez veces el arado esponjó el polvo inerme
y otras diez primaveras tuve un vestido verde.
Yo era la hirsuta selva besada por el viento,
yo era la altiva roca lamida por el tiempo,
yo era la tosca piedra que rueda por la senda
y a veces tuve un poco de rosa y de luciérnaga.
Pero, tú... tú eras todo, el beso y el agravio,
el instinto perfecto, el sublime reclamo.
¡Ah, tu beso naciendo por mi boca madura,
tus manos delirantes, tus pupilas obscuras!
Tú eras la sed y el hambre de voluptuosidades
yo la carne del ágape.
Del paraje inefable no olvido aquel momento.
¡Oh, tu ritmo de junco mecido por el viento!
Te cantaba la tarde supremos cantorales
en los ríos obscuros de mi encendida sangre...
Venías y te ibas, tropical continente,
tus barcos cabalgando en mi oleaje alegre.
Naves y labrantíos, celestes arrecifes,
millares de hombres rubios en ligeros esquifes.
Voces, voces lejanas... La tuya entre mis sienes
mi nombre que caía mordido por tus dientes,
mi nombre que en la tarde era tibia campana
clamando mis instintos al paraje del ala
¡Cómo sombreó el placer tus párpados dormidos
y sonreía apenas tu boca desmayada!
La tarde navegaba sobre rojas piraguas;
por entre los pinares las estrellas nacían.
¡Del sublime cansancio me acuerdo todavía
sobre mi hombro desnudo, tu voz desvanecida
musitaba plegarias en mis aras de arcilla!




VUELAS DESMAYADO


Alta imagen rondando mis ventanas,
junco de luna, ruiseñor del prado,
en mi vaso de arcilla degollado
por aledaños de ilusión te afanas.


En un perfume todo te derramas,
en un perfume vuelas desmayado;
de un lado y otro lado vas alado,
diáfano por las nieves y las llamas.


Cimera de mi frente torturada,
Primavera en mi Otoño prematuro,
faro en la tempestad de la mirada.


Lirio creado por mi lodo obscuro
para aromar mi senda fatigada
y seguir, tierno Ariel, tu vuelo puro.